Sor Verónica Openibo anima a mantener la tolerancia cero hacia los abusos sexuales


La Superiora General de la Sociedad del Santo Niño Jesús, Sor Verónica Openibo, exhortó a tomar las medidas necesarias para “mantener la tolerancia cero hacia los abusos sexuales” con transparencia. “No escondamos más semejantes hechos por miedo a equivocarse”, pidió.

Así lo dijo este sábado 23 de febrero en el encuentro vaticano sobre la protección de menores durante su ponencia “apertura al mundo como consecuencia de la misión eclesial” en la que la religiosa dijo que “este es nuestro año de gracia, asumamos con valentía la responsabilidad de ser verdaderamente transparentes y responsables”, pidió.

Sor Verónica aseguró que “al momento presente vivimos un estado de crisis y de vergüenza. Hemos ofuscado gravemente la gracia de la misión de Cristo” y sugirió a los líderes eclesiales presentes en el Aula Nueva del Sínodo “pasar del miedo, del escándalo a la verdad”.

“¿En qué modo podemos dar un vuelco a todo esto transformándolo en un tiempo para evangelizar, catequizar y educar a todos los miembros de la Iglesia, incluidos el clero y los religiosos?”, preguntó.

Además, la Superiora General de la Sociedad del Santo Niño Jesús reconoció que “la Iglesia ahora está adoptando medidas para detener la situación, y también para ser más transparente respecto a todo lo realizado privadamente por más de dos decenios, como encontrar a las víctimas de abusos sexuales, denunciar los casos a las autoridades civiles competentes e instituir comisiones”.

Sin embargo, el desafío actual es cómo afrontar la cuestión de los abusos sexuales sobre los menores “en modo más directo, transparente y valiente como Iglesia” y animó a “no esconder más semejantes hechos por miedo a equivocarse”.

En esta línea, sor Verónica señaló que “es mejor tener conversaciones valientes antes que no decir nada para evitar cometer un error” y añadió que el primer paso hacia la transparencia es “admitir las violaciones y después hacer público lo que se ha hecho”. “Quizás a los ojos de muchos no bastará, pero demostrará que la Iglesia no se ha quedado en total silencio”, explicó.

Refiriéndose a las regiones del mundo en donde hay “grandes problemas de pobreza, enfermedad, guerra y violencia” la religiosa alertó que no significa que al tema de los abusos sexuales “se le tenga que quitar importancia o ignorar”.

De hecho, sor Verónica destacó que “para muchas víctimas ser escuchadas y ayudadas psicológica y espiritualmente ha sido el inicio del proceso de curación” por lo que propuso programas educativos en parroquias y escuelas, hospitales y otros lugares en donde se desempeña el ministerio pastoral.

Para ello, la religiosa aseguró que “se necesitan católicos, junto con otras personas con principios símiles, en puestos influyentes, por ejemplo en la industria cinematográfica, en la televisión y en la publicidad” para que juntos puedan “promover una mejor visión de la persona humana” y utilizar mejor los medios de comunicación social “para educar a las personas en todo el ámbito de la sexualidad y de las relaciones humanas”.

En este sentido, remarcó también que es esencial, “una educación y una formación clara y equilibrada sobre la sexualidad y los confines en los seminarios y en las casas de formación; en la formación permanente de los sacerdotes, religiosos y religiosas y obispos”.

“Estamos llamados a proclamar la buena nueva pero debemos ser buena nueva para las personas que servimos hoy en día”, animó la religiosa quien recordó que en octubre de 2019 se convocó el Mes Misionero Extraordinario.

Por otro lado, sor Verónica recordó el caso de los obispos chilenos y aseguró que el Papa Francisco fue “un ejemplo para todos” por “haberse tomado el tiempo, como buen jesuita, para discernir y para ser tan humilde al cambiar de idea, pedir perdón y actuar”.

Además, la religiosa agradeció al Santo Padre “por haber ofrecido a todos nosotros esta oportunidad de controlar y verificar dónde hemos actuado en modo extraño, con ignorancia, en secreto y complacencia”.

“Creo que modificaremos, con gran determinación, nuestro completo acercamiento ante la denuncia de abusos, sosteniendo a las víctimas, buscando a las personas adecuadas para acompañar y ofrecer apoyo a las víctimas y, sobre todo, al hacer todo lo posible para proteger a los menores y a los adultos vulnerables de cualquier forma de abuso” aseguró.

Al finalizar, sor Verónica Openibo confió esperar que al final de esta conferencia “elijamos deliberadamente romper con cualquier cultura del silencio de los secretos entre nosotros, para hacer entrar más la luz en nuestra Iglesia”.

El Arzobispo de Múnich y Frisinga (Alemania), Cardenal Reinhard Marx, animó a implementar la rastreabilidad y transparencia porque “son un factor decisivo para la confiabilidad y credibilidad de la Iglesia”. Así lo dijo este 23 de febrero en su intervención durante el encuentro vaticano sobre la protección de menores.

En su ponencia titulada “transparencia como comunidad de creyentes”, el Presidente de la Conferencia episcopal alemana aseguró que para él “la transparencia significa que las acciones, las decisiones, los procesos, los procedimientos y así sucesivamente son comprensibles y rastreables”. “No es la transparencia lo que daña a la Iglesia, sino los actos de abuso cometidos, la falta de transparencia o el encubrimiento consiguiente”, denunció.

En esta línea, el Purpurado alemán aseguró que “es un problema fundamental que debemos afrontar juntos como Iglesia, de manera especial y específica en lo que respecta a la gestión apropiada del tema de los abusos”, porque según explicó, la administración “documenta lo que se ha discutido, acordado y realizado; previene olvidos y conserva las cuestiones mucho más allá del momento, de modo que hace posibles la confiabilidad y la fidelidad a la propia palabras”.

“El abuso sexual de niños y jóvenes se debe, en gran medida, al abuso de poder en el ámbito de la administración” denunció el Cardenal Marx y, en este sentido, dijo que “la administración no ha ayudado a cumplir la misión de la Iglesia, sino que, por el contrario, la ha oscurecido, la ha desacreditado y la ha hecho imposible”.

De este modo, el Cardenal Marx explicó que “los archivos que podrían documentar los hechos terribles e indicar los nombres de los responsables han sido destruidos o ni siquiera se han creado. En vez de los culpables, fueron amonestadas las víctimas y se les impuso el silencio”.

“Los procesos y procedimientos establecidos para procesar los delitos fueron deliberadamente ignorados, e incluso cancelados o anulados. Los derechos de las víctimas han sido pisoteados y dejados a merced de cada individuo”, denunció.

Por ello, el Arzobispo alemán insistió en la necesidad urgente de “una administración que no solo contribuya a llevar a cabo la misión de la Iglesia, sino que en alguna medida encarne lo que se quiere realizar con esta misión” y para ello, una cuestión esencial es que las personas “se sientan apreciadas, puedan fiarse del sistema, se sientan seguras y tratadas de forma justa”.

“Los procedimientos administrativos se vuelven transparentes si es comprensible y rastreable quién ha hecho qué, cuándo, por qué y con qué fin y qué se ha decidido, rechazado o asignado” explicó el Purpurado quien destacó también que “los principios de presunción de inocencia y protección de los derechos personales y la necesidad de transparencia no se excluyen mutuamente”.

Asimismo, el Cardenal Marx afirmó que la rastreabilidad y la transparencia son “un compromiso constante, que se puede llevar a cabo también con el apoyo de expertos externos a la Iglesia”.

En este sentido, el Purpurado alemán sugirió “redefinir la confidencialidad y el secreto, y hacer una distinción con respecto a la protección de los datos”, “establecer normas procesales o transparentes y reglas para los procesos eclesiásticos es esencial” y comunicar el “número de los casos y de los detalles relativos en la medida de los posible”.

Por último, Marx recordó que “siempre debemos ser conscientes de que la rastreabilidad y la transparencia son extremadamente importantes, incluso más allá del contexto de los abusos, por ejemplo en el sector financiero” por lo que animó a dar “un paso valiente en esta dirección”.

La Subsecretaria del Dicasterio Laicos, Familia y Vida, Linda Ghisoni, sugirió este 22 de febrero la puesta en marcha de consejos y comisiones que sostengan a los obispos y superiores religiosos para verificar la protección de menores.

Ghisoni dijo esto durante su intervención en el encuentro convocado por el Papa Francisco para abordar los abusos sexuales al interior de la Iglesia.

Indicó que dicha propuesta no debería interferir en las decisiones que caen bajo la directa responsabilidad jurisdiccional del obispo o del superior, pero sí constituye “un modelo de una sana colaboración entre laicos, religiosos y clérigos en la vida de la Iglesia”.

“No se trataría de personas que juzgan a los obispos, sino de fieles que ofrecen su consejo y asistencia a los pastores valorando su actuación con criterios evangélicos; y que informan a todos los fieles del territorio sobre los procedimientos apropiados”, explicó la Subscretaria del Dicasterio Laicos, Familia y Vida.

Además, Ghisoni señaló que “el fundamento de la rendición de cuentas se encuentra en la naturaleza propia de la Iglesia como misterio de comunión” en el que el Pueblo de Dios actúa “en comunión y con corresponsabilidad”.

En esta línea, la canonista italiana afirmó que “es aconsejable que en el territorio de cada conferencia episcopal se creen comisiones consultivas independientes para aconsejar y asistir a los obispos y a los superiores religiosos”.

Escuchar a las víctimas de rodillas

Por otro lado, Ghisoni destacó que la posición adecuada para tratar los temas de estos días sería estar “de rodillas”.

“De rodillas ante las víctimas y sus familias, ante los abusadores, los cómplices, los negacionistas, delante de todos los que han sido acusados injustamente, ante los negligentes, los encubridores, ante los que han intentado hablar y actuar pero han sido silenciados, ante los indiferentes”, expresó.

También explicó que “ante cualquier tipo de abuso perpetrado contra menores se impone, en primer lugar, el deber de conocer todo lo que ha sucedido, junto a una toma de conciencia de lo que significa; y el deber de verdad, de justicia, de reparación y prevención para que no se reiteren tales abominaciones”.

“Tomar conciencia del fenómeno y dar cuenta de la propia responsabilidad no es una obsesión, no es una acción inquisitoria accesoria para satisfacer meras exigencias sociales, sino una exigencia que brota de la naturaleza misma de la Iglesia como misterio de comunión fundado en la Trinidad”, advirtió.

Una vez más, en el Aula Nueva del Sínodo se enfatizó en que “una correcta relación entre obispo y presbíteros conduce a que éste se haga cargo realmente, desde el punto de vista material y espiritual, de los sacerdotes, pues sobre él recae en primer lugar la responsabilidad de la santidad de los presbíteros”.

Sugerencias prácticas

La Subsecretaria del Dicasterio Laicos, Familia y Vida destacó que es necesaria la participación dinámica de todo el Pueglo de Dios: “Los laicos, los consagrados no están llamados a ser simples ejecutores de las disposiciones de los clérigos, sino que todos somos servidores de una única viña en la que cada uno aporta su propia contribución y participa en el discernimiento que el Espíritu sugiere a la Iglesia”.

Por ello, Linda Ghisoni remarcó que “es vital para los obispos valerse de la contribución, del consejo y del discernimiento de los que todos son capaces en su Iglesia, incluidos los laicos”.

Entre las sugerencias propuestas, la canonista destacó el “conocer y estudiar las prácticas ya experimentadas que se han demostrado eficaces en otros contextos eclesiales, en otros episcopados”.

Además, indicó que en las directrices nacionales se debe inserir un capítulo específico que determine “los motivos y los procedimientos de rendición de cuentas, para que los obispos y los superiores religiosos establezcan un sistema de verificación ordinaria del cumplimiento de lo que está previsto”

“Decir que también el obispo debe siempre dar cuenta a alguien de su actuar no significa someterlo a un control o desconfiar de él ‘a priori’, sino insertarlo en la dinámica de la comunión eclesial, en la que todos los miembros actúan de modo coordinado, según sus propios carismas y ministerios”, explicó.

Por ello, Ghisoni propuso la puesta en marcha, en la sede local, con base diocesana o regional, de “consejos que operen de manera corresponsable con los obispos y los superiores religiosos”, además de que cada conferencia episcopal tenga “comisiones consultivas independientes para aconsejar y asistir a los obispos y a los superiores religiosos”.

Asimismo, sugirió revisar la normativa actual sobre “el secreto pontificio de modo que éste tutele los valores que quiere proteger -la dignidad de las personas implicadas, la buena fama de cada uno, el bien de la Iglesia- y, al mismo tiempo, consienta el desarrollo de un clima de mayor transparencia y confianza”.

“Afinar los criterios para una comunicación correcta en un tiempo como el nuestro, en el que la exigencia de transparencia debe equilibrarse con la confidencialidad”, explicó.

Al finalizar, citó la Carta al Pueblo de Dios del Papa Francisco en la que describe el desafío actual de “asumir el dolor de nuestros hermanos vulnerados en su carne y en su espíritu. Si en el pasado la omisión pudo convertirse en una forma de respuesta, hoy queremos que la solidaridad, entendida en su sentido más hondo y desafiante, se convierta en nuestro modo de hacer la historia presente y futura”.

Palabras finales del Papa Francisco

Tras la conclusión de la presentación, el Papa Francisco tomó la palabra y dijo que “al escuchar a la doctora Ghisoni he sentido a la Iglesia hablar de sí misma. Todos nosotros lo hemos hecho en todas las intervenciones, pero esta vez era la Iglesia misma la que hablaba. No es solo una cuestión de estilo: el genio femenino que se plasma en la Iglesia que es mujer”.

“Invitar a hablar a una mujer no es entrar en la modalidad de un feminismo eclesiástico porque, al final, cualquier feminismo termina siendo un machismo con falda. No. Invitar a hablar a una mujer sobre las heridas de la Iglesia es invitar a la Iglesia a hablar de sí misma sobre sus heridas”, indicó el Pontífice.

“Creo que este es el paso que debemos dar con mucha fuerza: la mujer es la imagen de la Iglesia que es mujer, esposa y madre. Un estilo. Sin este estilo hablaríamos del pueblo de Dios pero como organización, tal vez sindical, pero no como familia parida de la Madre Iglesia”, continuó el Santo Padre.

Francisco explicó que “la lógica del pensamiento de la doctora Ghisoni era la de una madre y ha terminado con el relato de lo que sucede cuando una mujer da a luz a un hijo. Es el misterio femenino de la Iglesia que es esposa y madre”.

“No se trata de dar más funciones a la mujer en la Iglesia –si bien es bueno, pero así no se resuelve el problema– se trata de integrar a la mujer como figura de la Iglesia en nuestro pensamiento. Es pensar también la Iglesia con las categorías de una mujer. Gracias por su testimonio”, concluyó el Papa.

El Arzobispo de Bogotá (Colombia), Cardenal Rubén Salazar Gómez, aseguró este 21 de febrero que “no hay ninguna justificación posible para no denunciar, para no desenmascarar, para no enfrentar con valor y contundencia cualquier abuso que se presente al interior de nuestra Iglesia”.

Así lo dijo en el Aula Nueva del Sínodo del Vaticano durante su relación titulada “la Iglesia en momento de crisis. Enfrentando conflictos y tensiones y actuando con decisión”, pronunciada en el encuentro convocado por el Papa Francisco para abordar la protección de menores ante los abusos sexuales.

El Purpurado colombiano señaló que el clericalismo se encuentra a la raíz de los abusos. “No se trata solo de desviaciones o patologías sexuales en los abusadores, sino que hay una raíz más honda que es la tergiversación del sentido del ministerio convertido en medio para imponer la fuerza, para violar la conciencia y los cuerpos de los más débiles”, advirtió.

El Arzobispo dijo que “hemos manejado una comprensión equivocada de cómo ejercer el ministerio que ha llevado a cometer serios errores de autoridad que han agigantado la gravedad de la crisis”.

En esta línea, el Cardenal Salazar citó al Papa Francisco en su Carta al pueblo de Dios, en la que calificó el clericalismo como “una manera anómala de entender la autoridad en la Iglesia -tan común en muchas comunidades en las que se han dado las conductas de abuso sexual, de poder y de conciencia- como es el clericalismo... Decir no al abuso, es decir enérgicamente no a cualquier forma de clericalismo”.

El Arzobispo de Bogotá invitó a la conversión a toda la Iglesia, “pero, en primer lugar, a nosotros que somos sus pastores”, porque “muchas veces la Iglesia –en las personas de sus obispos– no supo y todavía, en ocasiones, no sabe comportarse como debe para afrontar con rapidez y decisión la crisis provocada por los abusos”.

“Muchas veces se procede como los asalariados que al ver venir el lobo huyen dejando desprotegido el rebaño. Y se huye de muchas maneras: tratando de negar la dimensión de las denuncias presentadas, no escuchando a las víctimas, ignorando el daño causado en los que sufren los abusos, trasladando a los acusados a otros sitios donde estos siguen abusando o tratando de llegar a compromisos monetarios para comprar el silencio”, afirmó.

El Cardenal Salazar señaló que en los últimos tiempos “es mucho lo que hemos hecho para enfrentar la crisis de los abusos” y agradeció “la insistencia valiosa de las víctimas y la presión ejercida por los medios de comunicación” que han permitido a la Iglesia afrontar como se ha hecho “esta crisis vergonzosa”.

“Es tan hondo el daño causado, es tan profundo el dolor infligido, son tan inmensas las consecuencias de los abusos que han sucedido en la Iglesia que nunca podremos decir que hemos hecho todo lo que es posible hacer y nuestra responsabilidad nos lleva a trabajar todos los días para que nunca más en la Iglesia se presenten abusos y para que los que eventualmente se presenten reciban el castigo y la reparación que exigen”, aseguró.

Asimismo, el Cardenal colombiano citó la carta apostólica del Papa Francisco “Como una madre amorosa”, que presenta “la exigencia de la actuación del obispo y de su remoción en caso de una negligencia grave comprobada en estos casos”.

En este sentido, el Purpurado aseguró que se requiere “una conversión que llegue hasta lo profundo de nuestro actuar eclesial” y agregó que “el encuentro que estamos viviendo es un signo claro y una oportunidad real para crecer en este espíritu de comunión”.

Responsabilidad del obispo

Entre las responsabilidades del obispo a la luz de las denuncias de abusos sexuales por parte de los clérigos, el Cardenal Salazar aseguró que “la cercanía del obispo se hace imprescindible” y remarcó que “toda denuncia debe desencadenar enseguida los procedimientos que están indicados tanto en el derecho canónico como en el derecho civil de cada nación, según las líneas-guía marcadas por cada conferencia episcopal”.

“Nos ayudará distinguir siempre entre pecado sometido a la misericordia divina, crimen eclesial sometido a la legislación canónica y crimen civil sometido a la legislación civil correspondiente. Son campos que no se deben confundir y que, cuando se distinguen y separan convenientemente, nos permiten actuar con plena justicia”, insistió.

También recordó que está claro que “cualquier negligencia de nuestra parte nos puede acarrear penas canónicas, incluso la remoción del ministerio, y penas civiles que pueden llegar hasta ser condenados a prisión por encubrimiento o complicidad”.

En el contexto de la cercanía con las víctimas de abusos, el Cardenal Salazar dijo que “el primer deber es escucharlas. Uno de los pecados originales cometidos al inicio de la crisis fue precisamente no haber escuchado con apertura de corazón a aquellos que denunciaban haber sido abusados por clérigos”, e indicó que se empieza “por no minimizar el daño causado y el dolor producido”.

“No hay duda de que a veces se orquestan acusaciones. No hay duda tampoco que en muchas ocasiones se ha tratado de reducir la reparación de las víctimas a una indemnización monetaria sin tener en cuenta el verdadero alcance de esa reparación. Y no hay duda de que también en muchas ocasiones, hemos cedido a la tentación de tratar de arreglar con dinero situaciones insostenibles para acallar el posible escándalo”, señaló.

Por ello, el Purpurado dijo que la “responsabilidad seria y grave” que corresponde es la reparación de las víctimas. “El dinero no puede nunca reparar el daño causado, pero se hace necesario en muchos casos para que las víctimas puedan seguir los tratamientos psicoterapéuticos que necesitan y que generalmente son muy costosos”, remarcó.

Al finalizar, el Cardenal Salazar recordó que San Juan Pablo II afirmó en un discurso a los cardenales estadounidenses en 2002 que “tanto dolor y tanto disgusto deben llevar a un sacerdocio más santo, a un episcopado más santo y a una Iglesia más santa.”

De este modo, el Arzobispo de Bogotá esperó que “con la ayuda del Señor y con nuestra docilidad a su gracia vamos a lograr que esta crisis lleve a una profunda renovación de toda la Iglesia” con obispos, sacerdotes, consagrados y un pueblo de Dios más santo, “en donde los niños y adolescentes, y todas las personas, encuentren siempre un lugar seguro que propicien su crecimiento humano y la vivencia de la fe. Así contribuiremos a erradicar la cultura del abuso en el mundo en que vivimos”.

En la rueda de prensa de este 22 de febrero en el contexto del Encuentro sobre la Protección de Menores en la Iglesia, el Arzobispo de Boston y Presidente de la Comisión para la Tutela de Menores, Cardenal Seán Patrick O’Malley, señaló que “el liderazgo de la Iglesia debe empezar por asumir la importancia y la gravedad del abuso, que puede dañar para siempre la vida de una persona”.

El Purpurado, que expresó su satisfacción por cómo están transcurriendo los trabajos centrados en las víctimas, defendió que la Iglesia debe “buscar la manera de enfrentar la protección de los menores y hacer frente a los delitos, a los sufrimientos, a la traición que se ha infringido a tantas personas vulnerables, a tantos niños”.

Señaló que es importante que los obispos se reúnan con las víctimas para darles respuesta. “La Iglesia, al encarar este problema, está ayudando a toda la sociedad en su conjunto, pero debemos empezar por poner orden en nuestra casa”, afirmó.

Para ello, subrayó la importancia de la colegialidad dentro de la Iglesia y de la colaboración con la autoridad civil.

Por su parte, el Arzobispo de Malta y Secretario Adjunto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Mons. Charles J. Scicluna, destacó también la colegialidad como una de las claves de este encuentro. “Nuestra misión no solo es ser administradores de nuestra comunidad local, sino que también tenemos que servir a la Iglesia Universal en calidad de Obispos”, indicó.

“La sinodalidad es muy importante, la rendición de cuentas es un camino de peregrinación de la Iglesia, y es importante que esto se desarrolle en nuestra experiencia de vida. Somos responsables frente a las personas y necesitamos ejercer nuestra misión en la protección de los menores en el contexto de un camino y de los fieles”. “Necesitamos trabajar todos juntos porque estamos todos en la misma peregrinación”, subrayó.

Mons. Charles Scicluna, Miembro del Comité Organizador del Encuentro sobre la Protección de Menores que se está desarrollando en Roma, aseguró que “una persona que constituye un riesgo para los menores ya no puede pertenecer al ministerio. No es cuestión de adónde desplazarlo: ya no puede ejercer una actividad en el ministerio”.

Durante el encuentro con periodistas que se ha celebrado este sábado 23 de febrero en el Vaticano para explicar el progreso de los trabajos del Encuentro, Mons. Scicluna, que también es Arzobispo de Malta y que es una de las cabezas visibles de la Iglesia en la lucha contra los abusos, señaló que el Papa Francisco se ha sentido conmovido “por el testimonio increíble de las mujeres”.

En su intervención, también explicó que existe un problema de comunicación exterior e interior en la Iglesia que agrava más el problema de los abusos, y que, por lo tanto, es urgente solucionar.

“No sólo tenemos un problema de transparencia a la hora de encararnos con la sociedad, con las autoridades, sino también en el seno de la misma comunidad de la Iglesia: diócesis que no hablan con otras diócesis, órdenes religiosas que no hablan con otras órdenes religiosas, y que no comparten informaciones fundamentales. Esto ocurre en el seno de la Iglesia”.

En este sentido, defendió también que se debe fortalecer la comunicación entre la Iglesia y las víctimas que han denunciado abusos sobre los procedimientos canónicos, porque en muchos casos, una vez realizada la denuncia, no se vuelve a informar a las víctimas del estado del procedimiento.

En ese mismo encuentro participó también en Cardenal Reinhard Marx, Arzobispo de Munich y Presidente de la Conferencia Episcopal Alemana.

En su explicación señaló que el camino emprendido en la búsqueda de soluciones que pongan fin a los abusos y que den justicia a las víctimas no se puede terminar cuando se concluya el Encuentro, sino que “hay que encontrar un camino para que todos estos documentos, ideas, informaciones, confluyan. Habrá que traducir todo eso en decisiones”.

“Creo que deberían darse unas líneas vinculantes para toda la Iglesia. En nuestro grupo de trabajo se ha hablado de una actividad de monitorización, como si las diócesis de alguna forma se sometieran a una certificación sobre sus acciones, si esas acciones son conforme a esas líneas guía”, defendió.

También intervino en la reunión con los periodistas el P. Arturo Sosa Abascal, General de la Compañía de Jesús.

Dijo que la Iglesia acepta “el desafío de acompañar el proceso de maduración afectiva de todos los miembros de la Iglesia. Es una estrategia necesaria. La maduración afectiva es lo que permite una relación sana entre los seres humanas que termina siendo una relación segura, en paz, y para eso tenemos que poner atención a los programas de formación, formación a todos los niveles: consagrados, consagradas, los que se preparan para el ministerio y cualquier persona bautizada para que esa madurez afectiva sea un signo de nuestra propia Iglesia”.

La periodista mexicana Valentina Alazraki, corresponsal en Roma de Televisa, advirtió a los Obispos participantes en el Encuentro sobre la Protección de Menores que la falta de transparencia ante situaciones de abuso “es una nueva violencia contra las víctimas”. “Los fieles no perdonan la falta de transparencia”, aseguró.

Valentina Alazraki se dirigió a los participantes en el Encuentro, reunidos en el Aula del Sínodo del Vaticano y les interrogó: “Ante conductas delictivas como los abusos a menores, una institución como la Iglesia, ¿creen que tiene otro camino para ser fiel a sí misma que no sea el de denunciar ese crimen?”.

“¿Tiene otro camino que no sea el de ponerse del lado de la víctima y no del victimario? ¿Quién es el hijo más débil, más vulnerable? ¿El sacerdote abusador, el obispo abusador o encubridor o la víctima?”.

“Háganse una pregunta. ¿Son ustedes enemigos de los abusadores y de los encubridores tanto como lo somos nosotros, las mamás, las familias, la sociedad civil? Nosotros hemos elegido de qué lado estar. ¿Ustedes, lo han hecho de verdad, o solo de palabra?”.

Valentina subrayó que “si ustedes están en contra de los abusadores y de los encubridores, estamos del mismo lado. Podemos ser aliados, no enemigos. Les ayudaremos a encontrar las manzanas podridas y a vencer las resistencias para apartarlas de las sanas”.

Por el contrario, “si ustedes no se deciden de manera radical a estar del lado de los niños, de las mamás, de las familias, de la sociedad civil, tienen razón a tenernos miedo, porque los periodistas, que queremos el bien común, seremos sus peores enemigos”.

“Ustedes saben mejor que yo que esos abusos han sido encubiertos de forma sistemática, de abajo hasta arriba. Creo que deberían tomar conciencia que cuanto más encubran, cuanto más sean como avestruces, cuanto menos informen a los medios y, por lo tanto, a los fieles y a la opinión pública, más grande será el escándalo”.

Además, insistió en que “al no dar la información que podría prevenir que estas personas cometan otros abusos, no le están dando a los niños, a los jóvenes, a sus familias las herramientas para defenderse de nuevos crímenes”.

“Pienso que sería mucho más sano, más positivo y más útil que la Iglesia fuera la primera en dar la información, de manera proactiva y no de forma reactiva, como es lo habitual. No deberían ustedes esperar a que una investigación periodística lo descubra, para responder a preguntas legítimas de la prensa (es decir, de la gente, de su gente)”.


En este sentido, les conminó a que “cuenten las cosas cuando las sepan. No será agradable, ciertamente, pero es el único camino, si quieren que les creamos cuando dicen que ‘en adelante, los ocultamientos no serán tolerados’. El primer beneficiado de la transparencia es la institución, porque pone el foco en el culpable”.

Aseguró que “mi sensación es que dentro de la Iglesia hay aún mucha resistencia a reconocer que el problema de los abusos existe y que hay que enfrentarlo con todas las herramientas posibles. Algunos creen que sucede sólo en algunos países, yo creo que podríamos hablar de una situación generalizada, quien más, quien menos, que de todas formas hay que enfrentar y remediar”.

Asimismo, reconoció que “la transparencia tiene sus límites. Por eso, no pretendemos que nos informen de cualquier acusación a un sacerdote. Entendemos que pueda y deba haber una investigación previa, pero hágala con celeridad, ajústense a la ley del país en el que viven, y si está previsto, presenten el caso ante la justicia civil”.

Por último, ofreció a los participantes en el Encuentro “tres consejos prácticos para vivir la transparencia: Pongan a las víctimas en primer plano, déjense aconsejar, profesionalicen la comunicación”.

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