“Sodoma: Poder y escándalo en el Vaticano”: Un libro con mucho chisme y poco sustento


“Sodoma: Poder y escándalo en el Vaticano”, el nuevo libro del escritor y activista LGBT francés Frédéric Martel, ha generado la atención mundial y su discusión entre algunas figuras de la Santa Sede en Roma.

El libro fue publicado en ocho idiomas este jueves 21 de febrero, día en que comienza la reunión mundial de obispos con el Papa para tratar la protección de menores en la Iglesia ante los abusos sexuales. Martel dice que le tomó tres años escribirlo, que recibió fondos para viajar y hacer entrevistas, y que contó con la ayuda de 80 colaboradores.

La tesis general del libro es que el Vaticano es uno de los lugares donde la homosexualidad es más activa en el mundo. Martel ha dicho en algunas entrevistas que su objetivo es mostrar la hipocresía de los oficiales del Vaticano que, en su opinión, practican la homosexualidad y luego la condenan.

El libro de Martel traza una línea que divide a los buenos de los malos: aquellos que él dice están “en el clóset” (que no muestran públicamente su homosexualidad) pero que están trabajando para salir, y los que se quedan en el clóset protestando contra los movimientos sociales LGBT.

La suya es una investigación ideológica, sus anécdotas son usadas para proponer una tesis que muchos afirman está predeterminada. Su texto no parece hacer un análisis objetivo ni utilizar la investigación sociológica ni datos estadísticos.

El libro parece tener dos objetivos adicionales que, al hacer parte de las presuposiciones del texto, parecen no haber sido algo que el autor quería voluntariamente.

El primero es el asunto de la naturaleza misma del sacerdocio. En cuestión no está solamente el celibato, parece argüir Martel, sino la virtud más amplia de la castidad ya que, desde su perspectiva pareciera sostener que los impulsos sexuales del clero no pueden ser dominados.

El segundo parece ser la defensa de una transición en el Vaticano que extirpe lo antiguo y que establezca un nuevo modo, construido de acuerdo al espíritu del mundo. Eso está de acuerdo a una visión pansexual que va más allá de las categorías morales católicas.

El libro debe leerse como está escrito. Presenta muchas insinuaciones pero no evidencias ni documentos. Es un texto romántico y lleno de chismes, pero no se presenta como un recuento académico ni objetivo.

Sobre el Vaticano hay una extensa historia de libros como el de Martel, aunque su calidad y utilidad han variado dramáticamente con los años.

El primero del género fue “Lo que el viento se llevó en el Vaticano”, publicado con un seudónimo en 1999. El autor, que luego se sabría fue el antiguo oficial de la Curia Mons. Luigi Marinelli, escribió elegantemente chismes e insinuaciones sin dar nombres. Las referencias eran precisas y era fácil darse cuenta de los objetivos de sus relatos. Al final, el libro de Marinelli, por lo que fue, estaba bien documentado.

Más recientemente, los libros de Gianluigi Nuzzi y Emiliano Fittipaldi han estado llenos de documentos del Vaticano y fueron el origen del segundo juicio sobre los Vatileaks. Aunque los libros estaban llenos de imprecisiones y tenían un claro sesgo al leer los documentos, también tenían un sustento documentario.


“Sodoma: Poder y escándalo en el Vaticano” comienza con el chisme que Martel recolectó en varias entrevistas. El autor dice que grabó todas y que sería interesante escuchar todos los audios para contextualizar algunos extractos.

Martel alega que pudo ingresar al “clóset del Vaticano” gracias a algunos códigos que él cree lo ayudaron a entrar a este mundo gay escondido. Sin embargo, parece que nunca entró adecuadamente al Vaticano y, cuando lo miró por el ojo de la cerradura lo hizo con un prejuicio negativo.

Algunos ejemplos:

Martel tuvo un encuentro con el Cardenal italiano Angelo Sodano, Decano del Colegio de Cardenales, en su departamento del Colegio Etíope, un edificio ubicado en los Jardines Vaticanos, un lugar que también es la residencia del Cardenal Giovanni Lajolo, y donde vivió también el fallecido Cardenal estadounidense Edmund Szoka.

El Cardenal Sodano, escribe Martel, “está encerrado en su torre africana de marfil, con todos sus secretos. Si el Jardín del Edén existió alguna vez, debió ser como este pequeño paraíso terrestre: cuando voy allí, tras cruzar el puente, me encuentro entre el césped impecable y las fragantes magnolias. Es un jardín mediterráneo, con pinos y cipreses y, por supuesto, olivos. En los cedros circundantes veo loros con la cabeza morada, elegantes y multicolores, cuyas voces melifluas sin dudas despiertan al Cardenal Sodano de sus sueños”.

La descripción podría sugerir que todo este “Edén” es parte del Colegio Etíope. De hecho se trata de los Jardines Vaticanos, que ocupan la mayoría del terreno del Estado de la Ciudad del Vaticano. El Vaticano es, además, el estado más verde del mundo y el Colegio Etíope es uno de sus edificios en sus jardines.

Uno de los guías de Martel en “el clóset del Vaticano” es Francesco Lepore, un sacerdote laicizado y empleado de la oficina de latín de la Secretaría de Estado del Vaticano. Lepore dejó el sacerdocio luego de descubrir su homosexualidad. Al relatar la historia de Lepore, Martel afirma que “el 30 de noviembre de 2003, el sacerdote napolitano ingresó a la Casa Santa Marta, la residencia oficial de los cardenales en el Vaticano y la casa actual del Papa Francisco”.

La Casa Santa Marta no es la residencia oficial de los cardenales. Es un hotel que también acoge huéspedes que tienen asuntos por tratar con la Santa Sede.

Se convierte en la residencia de los cardenales durante el cónclave, como lo determinó San Juan Pablo II en 1996. Aunque el Papa Francisco reside allí desde su elección, la Casa Santa Marta todavía funciona como un hotel y no como una residencia de cardenales.

La descripción de Martel de la ordenación episcopal de Georg Gänswein también revela el lente por el cual el autor mira al Vaticano.

Mons. Gänswein es el secretario personal de Benedicto XVI y Prefecto de la Casa Pontificia. Fue ordenado obispo por el mismo Papa Emérito el 6 de enero de 2013. Junto con él fueron ordenados los obispos Vincenzo Zani, Fortunatus Nwachukwu y Nicolas Henry Marie Denis Thevenin.

Para Martel, la solemne celebración fue simplemente el homenaje de Benedicto XVI para Gänswein, descrita en un texto lleno de insinuaciones sobre la relación entre ambos.

Martel escribe: “Benedicto XVI insistió en darle el anillo episcopal a su Excelencia bávara Georg Gänswein en persona, en una ceremonia al estilo de Fellini, grabada para siempre en la memoria de las 450 estatuas, las 500 columnas y los 50 altares de la Basílica”.

Luego Martel describe la ordenación como si todas las demás celebraciones litúrgicas papales no fueran iguales.
“Primero la procesión, lenta, soberbia, coreografiada a la perfección, el Papa con su enorme mitra amarilla-topacio, de pie en su pequeño papamóvil para interiores, un trono sobre ruedas, avanza como un gigante por los 200 metros de la nave al son de los hermosos sonidos del órgano triunfante y hermoso, mientras cantan los niños del coro de San Pedro, firmes como velas apagadas”.

El pequeño papamóvil de interiores era de hecho el pequeño vehículo con ruedas que Benedicto XVI usó desde 2011 para “aliviar la fatiga”.

Martel sigue y dice que “los cálices están incrustados con piedras preciosas, los incensarios botan humo. En las filas del frente de este nuevo tipo de organización episcopal, docenas de cardenales y cientos de obispos y sacerdotes en sus más finas vestiduras ofrecen una paleta de colores que pasan por el rojo, el blanco y el púrpura. Hay flores en todos lados, como si fuera una boda”.

Y sí, la decoración del Vaticano siempre es así, al igual que las piedras ornamentales en los cálices.

Sin embargo, todo es visto desde un lente oscurecido para presentar una ideología.


El libro también está lleno de historias de cardenales y obispos descritos como conocidos homosexuales, a veces designados por su nombre, pero siempre sin precisar fuentes confiables.

Al Cardenal estadounidense Raymond Burke se le presenta como un cardenal al que “le gusta ser nombrado en femenino: Su Eminencia puede estar orgullosa”.

El femenino es en realidad el trato de “usted” en italiano, algo que Martel parece no entender.

Hablando sobre el caso Karadima –el sacerdote abusador chileno que el Papa Francisco expulsó del estado clerical en 2018– Martel también involucra al Cardenal Sodano, que fue Secretario de Estado del Vaticano entre 1990 y 2006.

Martel escribe: “Las razones que llevaron a Sodano (así como al Cardenal Errázuriz, que reemplazó a Sodano como Secretario de Estado en 2006) a proteger a este sacerdote pedófilo siguen siendo un misterio”.

Es importante aclarar que el Cardenal chileno Francisco Javier Errázuriz Ossa nunca ha sido Secretario de Estado, solo sirvió en el Vaticano como Secretario de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica entre 1990 y 1996.

Estas inexactitudes están mezcladas con mucha información de reportes de prensa y chismes, presentados a veces con la oración “otras fuentes confirman”, pero sin dar una evidencia real o sustancial de las mismas.

Mirando con atención el libro, los ataques más arteros se dirigen a quienes no pueden defenderse, como el caso del Cardenal colombiano Alfonso López Trujillo, quien murió en 2008 y que sirvió como Presidente del Pontificio Consejo para la Familia desde 1990 hasta su fallecimiento. Martel lo señala porque, según él, el Cardenal era un lobista antigay pese a ser un homosexual practicante. Sin embargo y a pesar de la grave acusación, no ofrece ninguna prueba ni tampoco le otorga posibilidad de defensa al Purpurado.

El libro presenta un Vaticano donde todos son gays y los que no lo son quisieran serlo.

Ciertamente hay pecados y miserias humanas en el Vaticano, y muchos alegan que la homosexualidad es parte de la crisis de abusos, y eso debe discutirse, pero el Vaticano no es un estado gay y la acusación de la homosexualidad termina convirtiéndose en un arma para dinamitar las carreras. Cuando el Papa Francisco habla sobre el terrorismo del chisme se refiere a eso.

Es sorprendente que Martel inicialmente se haya conectado con el mundo del Vaticano a través de Krysztof Charamsa, el exoficial de la Congregación para la Doctrina de la Fe que salió del clóset en la víspera del Sínodo de la Familia de 2015, al anunciar su relación homosexual con un español.

Martel escribe: “La primera vez que supe de Krzysztof Charamsa fue a través de un correo electrónico suyo. El prelado me contactó cuando todavía trabajaba para la Congregación de la Doctrina de la Fe. El sacerdote polaco había disfrutado, me dijo, mi libro Global Gay, y me estaba pidiendo ayuda para comunicar a través de los medios su inminente salida del clóset, aunque me juró el secreto del asunto”.

Una vez que Martel verificó el relato, efectivamente ayudó a Charamsa. Fue en 2015. Poco después el autor comenzó el borrador de “Sodoma: Poder y escándalo en el Vaticano”.

Traducido y adaptado por Walter Sánchez Silva. Publicado originalmente en CNA

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